¿Qué es procrastinar? Bueno, para mí es básicamente una palabra larga y complicada para decir “posponer”, “dejar todo para última hora” o simplemente “acción del que es flojo”.
Lo cierto es que todos procrastinamos, algunos más que otros, pero todos. ¿Y cómo sé si he procrastinado alguna vez en la vida? Es simple. Si en vez de llegar a tu casa a hacer tareas, te has pegado al teléfono toda la tarde huyéndole al deber; si has dicho que vas a adelantar monografía en vacaciones y llegas el lunes al colegio escondiéndote de tu supervisor, y si dices “en un rato arreglo mi cuarto” y te quedas sin teléfono la semana siguiente por no haberlo hecho, entonces ya conoces el arte de procrastinar.
A corto plazo, no es nada complicado procrastinar. Lo difícil ahí es hacer las cosas con anticipación y ser una persona que piensa en el futuro, y que tiene una voluntad lo suficientemente fuerte como para no dejarse llevar por los placeres de la vida como dormir o ver Caso Cerrado. Alguien que logra superar ese tipo de obstáculos cuando tiene todo el tiempo del mundo para procrastinar, puede ser llamado Gurú Tercer Ojo o alguna otra cosa sobrenatural como Messi, Beyoncé o algo así.
A largo plazo esto ya se vuelve un poco más tedioso porque comienza a aparecer algo llamado estrés, que nos acecha cuando alguien dice “yo ya llevo 900 palabras adelantadas en el ensayo”, “para el examen van la parte 1 y 2 del libro” y “el miércoles hay que tener las reflexiones para CAS/servicio social”. Justo ahí es cuando nos damos cuenta de que dormir 14 horas al día quizás no es tan sano, que si hubiese comido menos chocolate no tendría que invertir tanto tiempo en el cuidado de la piel y que ¡todavía tengo que arreglar el cuarto! En ese momento se nos acelera el corazón y sentimos mariposas en el estómago, es casi lo mismo que estar enamorada, la diferencia es que las mariposas son una señal de que vas a tener tantas cosas que hacer que no vas a tener tiempo ni de comer, así que sufres con anticipación.
Y lo que pasa después me imagino que ya lo conoces, sientes nostalgia por esos buenos tiempos (la semana pasada) en los que podías hacer cosas chéveres y te acostabas temprano. También sientes impotencia porque cada vez que tienes que hacer un trabajo, es necesario hacer un recuento de todos los chismes que escuchaste ese día e investigar a profundidad lo sucedido porque si no, no podrás trabajar en paz. Y están también las personas que, sentadas en el escritorio, a punto de comenzar a trabajar, se acordaron de que tenían que llamar a la abuela y pues, la familia antes que todo, por eso después es también importante llamar a la tía, la prima ¿y por qué no a la vecina? Todo es válido a la hora de procrastinar, aunque después sea doloroso recordar lo que hicimos y dejamos de hacer porque en el presente nos duelen hasta los pies del sueño.
Procrastinar es algo que nos hace tener buenos momentos, que quizás y solo quizás hayamos aprovechado para hacer algo realmente útil. Está bien procrastinar algunas cosas porque no todo puede girar en torno al colegio y está bien pensar en el presente. Sin embargo, también es necesario pensar en tener un buen presente ahora y en el presente que se nos aproxima, porque si procrastinar demasiado hará que nos arrepintamos profundamente de no haber aprovechado el tiempo, entonces será mejor dejar de pensar tanto en las Kardashians y ponerse a adelantar las cosas porque la que va a parir en un futuro cercano no va a ser Kylie, sino tú.
Pero si eres de esas personas a las que les gusta saborear el estrés y lo disfrutan, entonces creo que es importante que sepas que no importa cuántas veces veas Gossip Girl, el cielo es el límite.
Redactado por: Valentina Vargas Roa.